Gitano: Se dice de los individuos de un pueblo originario de la India, extendido por diversos países, que mantienen en gran parte un nomadismo y han conservado rasgos físicos y culturales propios.

Pues sí señores, resulta que yo pertenezco a este grupo de individuos; lo peor es que ni yo misma lo sabía. Lo bueno es que un profesor (que por cierto es homónimo del escritor Juan José Arreola) me lo hizo notar de manera tal que sólo pude exclamar: ¡OH por dios, soy gitana! (y luego entré en conflicto porque no sabía si el dios al que invocaba era el mismo que el de los gitanos... de no ser así no sabía si me escucharía a mí por el hecho de ser gitana…)
El hecho es que me encontraba ensimismada haciendo un examen para dicho maestro cuando, cómo todo estudiante, me dispuse a echarme una ayudadita con mi cuaderno que se encontraba abajo del escritorio, de repente veo salir de la nada al profesor y señalando mi examen me dice:
-Es la última vez que copias, a la otra te quito el examen...
-No profesor, le juró que no estaba copiando- le dije
-No nos hagamos… entre gitanos no nos leemos la mano…

Y se hizo la luz…

No supe que contestarle. El comentario me dejó impactada… Así que todo este tiempo había sido gitana y nadie se había tomado la molestia de decírmelo, y por si fuera poco resulta que también leo las manos. Lo que es peor aún, el maestro también es gitano (seguramente lo sabe ocultar muy bien). Y por lo visto hay algún pacto secreto donde se prohíbe leerle la mano a otro gitano; quizá si se llega a transgredir esta regla cosas horribles ocurran.
No queda más que decir, debo aceptar mis raíces y buscar a otros gitanos como yo para vivir en comunidad. Así que con su permiso, debo ir a danzar alrededor de una fogata y aprender la lengua Romaní.